¿Sabes de dónde procede ese desasosiego?
Es todo el dolor acumulado, el tuyo y el de nuestras antepasadas, por el sometimiento, abusos, violaciones, dominación, esclavitud, explotación, pérdidas al que hemos sido expuestas a lo largo de la historia.
Y sí, tu alma tiene esas memorias de dolor que desean ser sanadas, perdonadas, aceptadas, soltadas.
Qué hermoso transmutar esas sombras en luz, amor, consciencia, energía vibrante, en tu sagrado despertar femenino, la expansión de los dones de tu corazón, la intuición, la creación conmovedora, el posicionamiento sano y constructivo, la vida que mereces, en misión para ayudar a la comunidad con tu ejemplo.
No permitas que el dolor y el drama se apoderen de tu pensamiento.
Mantén la atención plena, intensa y sostenida sobre esas emociones huracanadas y acepta plenamente lo que es en el momento presente.
Mantén tu frecuencia pura, alta y amorosa.
Donde hay amor, no hay miedo ni dolor.
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