Para dar la bienvenida a esta nueva semana
hoy en el "Especial Mujeres"
comparto con vosotr@s una entrevista a la bailarina
Ariadna Montfort
que leí en La Contra, de La Vanguardia
Es usted un cerebro fugado?
Me fui en busca de algo que aquí no podía encontrar.
¿Y adónde fue?
Llegué a la Royal Academy of Dance de Londres a los 17 años.
Luego ingresé en la escuela del mítico Maurice Béjart en Lausana,
donde estuve dos años trabajando nueve horas al día, seis días
por semana.
¿Conoció a Béjart?
Sí, tenía 75 años.
Decía que actuar era como un combate, de él aprendí el "deuxième
souffle", que nos transmitió a base de entrenarnos con clases de
kendo, un arte marcial.
Hasta el último aliento.
Sí, al final de la jornada, cuando ya no podíamos más, nos
imponía una clase durísima.
Así descubrí que existe un momento exquisito y muy curioso de
transición entre el "no puedo más, voy a desplomarme de
agotamiento" y ese segundo aliento que nos brinda una fuerza y
resistencia increíbles y que no sabíamos que poseíamos.
¿Duro, marcharse de casa tan joven?
Era la primera vez que viajaba.
Me fui sin miedo y con muchas ganas, pero tuve una crisis de
identidad.
Yo era de pueblo, corté con todo lo conocido, y no hablaba
francés.
Se espabiló.
Tras actuar con el Béjart Ballet, trabajé cuatro años en el
Stadttheater Bern Ballet.
Una gran compañía llena de bailarines.
Sí, y pronto descubrí que en la vida profesional hay menos
compañerismo que en la escuela.
Yo era la más joven y me sentí sola, aparte de que el alemán me
costó mucho.
En una gran compañía aprendes mucho, pero no dejas de ser una
pieza de un engranaje.
¿Por eso abandonó?
Me fui porque uno de los coreógrafos invitados que vino a
trabajar con nosotros, de la compañía israelí Batsheva, nos dio
clases de gaga, una técnica muy innovadora que me fascinó.
Quise conocer personalmente al artífice, el director y coreógrafo
de la Batsheva Dance Company Ensemble, Ohad Naharin.
¿Se despidió y se fue a Tel Aviv?
Y conseguí entrar en la compañía y profundizar en esa técnica,
que transformó mi manera de bailar.
¿En qué consiste?
Improvisación guiada sin retroalimentación y sin espejos, de
manera que no te puedes juzgar, y donde la herramienta
fundamental es la imaginación. Aprendí que las posibilidades del
movimiento y de la búsqueda y creación de este son interminables
e infinitas.
¿Cómo de infinitas?
Tanto puedo flotar como pesar cincuenta toneladas.
La gravedad se puede desafiar, vale la pena jugar a identificar y
romper con nuestros patrones naturales de movimiento.
Con una buena dosis de imaginación puedo crear tantas texturas y
colores de movimiento como me dé la gana.
Cambió de compañía, pero no de país.
Tres años después entré en la compañía Inbal Pinto & Avshalom
Pollak, con la que durante cuatro años he recorrido el mundo y he
actuado por primera vez en Barcelona, donde he decidido quedarme.
No ha elegido el mejor momento.
Las crisis son dramáticas y ojalá no tuviéramos que pasar por
ellas, pero también son potenciadoras de la creatividad.
La gente está más alerta, más despierta.
Nos las ingeniamos y de repente surgen ideas creativas para poder
seguir adelante.
Una visión valiente.
La crisis hace que lo que en un momento nos parecía imposible o
un disparate se convierta de pronto en la nueva realidad.
¿Piensa seguir bailando?
Sí, y creando.
Me ilusiona introducir en España el método de fisioterapia de
Ilan Lev, en el que me he certificado y que me parece
revolucionario: a mí me ha ayudado a comprender tantas
cosas...
Cuénteme.
Hoy sé que el dolor no es un enemigo, sino el indicador de que
hay un problema, y que las soluciones las llevamos dentro aunque
no seamos conscientes de ello.
Interesante.
No sólo el cerebro envía órdenes al cuerpo; a través del
movimiento pasivo podemos enviar información al cerebro, sobre
todo al subconsciente, dibujando nuevos mapas que clarificarán
conexiones perdidas o rotas entre diferentes partes de nuestro
cuerpo y que son la causa de los problemas.
No ha perdido usted el tiempo en estos once años de ausencia.
Tengo mucho que procesar: todos los aprendizajes de estos años
rodando por el mundo.
He aprendido que es importante sonreír, que recoges lo que
siembras.
Pero nos olvidamos demasiado a menudo de sonreír, y es esencial
si nuestro deseo es sentirnos bien.
He aprendido las virtudes de ser un caracol.
¿Un caracol?
Todo lo que tienes lo llevas puesto.
Por tanto, de la misma manera que nos gusta que nuestro hogar sea
acogedor y agradable, es importante que estemos en paz con
nosotros mismos, conocernos y aceptarnos.
Sé que puede sonar a tópico, ¡pero es tan fácil perderse cuando
eres trotamundos...!
¿Con qué dificultades se ha topado?
Es un estilo de vida que puede crear confusión e inestabilidad,
pero el hecho de que el denominador común de un sinfín de
situaciones, buenas y malas, y en todo tipo de contextos
desconocidos sea yo misma, me ha enseñado que si aprendes a
confiar en ti, estás siempre en casa.
Me gustó la entrevista, una persona normal que ha logrado su sueño luchando. Un besito. http://saldelapuro.blogspot.com.es/
ResponderEliminar¡Me alegra que te haya gustado, Marigem!
EliminarInspirador y motivacional, ¿cierto?
Un besito :)
Un montón de motivación para un lunes
ResponderEliminarhttp://blog.conideasyaloloco.com
www.conideasyaloloco.com
¡Claro que sí, Nemo!
EliminarAsí cargamos pilas para vivir una semana plena :)
Guauuu me encanta tu blog, está forma de recargarse de energía positiva me chifla!
ResponderEliminarMiss Coco
WWW.JUST-COCO.COM
¡Gracias por tus palabras, Miss Coco!
EliminarVen a verme siempre que te apetezca ;)