Puerta que veo… ¡puerta que fotografío!
Tienen algo especial que llama mi atención, que crea historias al fijarme en sus detalles y si transmite y hace que mis pasos se detengan frente a ella ¡merece un clic de mi cámara!.
Puertas que se abren, se cierran, quedan entreabiertas.
Se cierran en la noche, en la oscuridad, en el frío, en el fin de ciclos, en la tristeza, en el descanso, en el viaje hacia dentro y hacia fuera.
Se abren en la alegría, en la luz del día, en el nuevo comenzar, en el despertar, en el expandir y expresar.
Quedan entreabiertas en la espera de aquel amor, en el recuerdo, en la nostalgia, en la búsqueda de respuestas, en la soledad.
El tiempo vuela y la muerte aguarda.
No hay instantes que perder.
Cierra tu puerta a lo que ya no sirve, a lo caduco, a lo que no te hace sentir bien, a lo tóxico, a lo pasado, a lo que no aporta.
Abre la puerta al aire fresco, a la luz que renueva, al amor por ti y a la vida, al disfrute, a las nuevas experiencias que hacen vibrar tu cuerpo, a personas que abrazan tu corazón, a todo lo bueno que está llegando.
Atrévete y abre las puertas,
abre las puertas de tu corazón.
Decía Albert Espinosa:
"Nunca se sabe qué encontrará uno tras una puerta.
Quizá en eso consiste la vida: en girar pomos."
Da un portazo, cambia la cerradura, pinta,
y por favor
atrévete a abrir la nueva puerta,
esa que tienes frente a ti,
tras ella aguarda un Universo repleto de bendiciones y alegrías.
¡Créelo y confía!
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